¿Dónde están los tractores que prometió el alcalde Juan Pérez en su campaña? ¿Dónde están los programas de apoyo técnico, el riego tecnificado, los insumos y la capacitación para el campo? Todo quedó enterrado bajo el polvo del abandono.
Mientras tanto, este año otra vez se gastaron más de 200 mil soles en apenas seis horas de fiesta. ¿Y el agro? Bien, gracias: abandonado. No hay desarrollo ni producción, pero sí hay grupos musicales, shows, discursos vacíos… y regidores bailando, entregando algunos “regalitos” como si unas migajas bastaran para tapar años de olvido.
Dicen que el campesino ya no se deja engañar… pero ahí está, una vez más, mirando desde abajo de la tarima, mientras arriba se repite el mismo circo: el alcalde posando, los regidores sonriendo, y el pueblo sin herramientas, sin agua, sin futuro.
Porque el engaño ya no es solo promesa incumplida: es rutina, es costumbre… es abuso.
Feliz Día del Campesino, pero solo para las cámaras.
Porque la tierra no se fertiliza con discursos ni con bandas de música. Se fertiliza con respeto, con justicia y con políticas públicas que realmente siembren esperanza.
